Crónica «Después D» – Lunes 4 de abril de 2011

Los itsmos del «personalismo»

Por Claudio Díaz Peña

Escucha el programa Después D, Lunes 4 de abril 2011

Aunque durante la semana pasada hubo noticias potentes como el aumento en los planes de las Isapres y el proyecto de busca eliminar el 7% de los pensionados, fue la dimisión de la intendenta del Bío Bío, Jacqueline Van Rysselberghe, lo que más acaparó la atención de los medios de comunicación en las ultimas horas.

Y es que cuando en política el personalismo es ejercido en las esferas del poder, las personas se transforman en «personajes», las autoridades en «figuras mediáticas» y la institucionalidad queda en un segundo plano. Un perfil que muchas autoridades asumen en cada administración con mayor o menor efecto, un poco para alentar la falta de eficiencia, un poco para proyectar que se tiene liderazgo en situaciones de excepción o episodios críticos.

El problema de los personalismos en la política surge cuando la autoridad no logra «desplegarse» con efectividad en situaciones y circunstancias reales, y que ello sea proporcional a su capital de imagen. Así surge una performance de constante ensayo, dificultosa y entrabada, lo que va generando una creciente frustración en quienes esperan más inmediatez en la solución de los problemas que agobian y apremian en el día a día, mientras el liderazgo se balancea hacia el interés de salvaguardar un cargo, una imagen o un  personalismo.

Actualmente, en Chile,  el personalismo es un formato que viene delineado desde La Moneda, matizado con temas como un simple vuelo en helicóptero o un tuiteo desafortunado de una autoridad, que desatan conflictos de envergadura, provocando desconfianza en la opinión pública y confrontaciones internas innecesarias. Por ello sorprende que en los últimos meses los procedimientos elegidos en diversos acontecimientos sociales y políticos, que no eran de mayor trascendencia, sean el sello equívocos que va marcando una y otra vez al gobierno.

Por su parte, la oposición política no logra ser protagonista con méritos propios, tal vez porque aun no es un bloque sólido y encauzado tras un mismo discurso, fue el ex senador socialista Alejandro Navarro, hoy del partido del MAS, quien abrió los fuegos contra Van Rysselberghe. Sólo después de ello, pudo ‘subirse al carro’ de la denuncia la Concertación. Aunque, el daño más corrosivo vendría desde dentro del oficialismo, cual reactor nuclear a punto de fusionarse.

Si bien todo líder político tiende a ejercer una suerte de personalismo, al mismo tiempo cada líder es llamado a hacer una especie de docencia política, de usar el ejercicio de su autoridad para favorecer la consolidación del sistema democrático, no a su vulneración, así se construyen legados políticos perdurables. Y es que el “personalismo” por sí mismo no tiene sentido, porque al no saber administrarlo como un capital ahorrado, el riesgo que se corre es que el personalismo se autofagocite.

En nuestra historia política abundan los personalismos, pero constatarlo no implica justificarlos. Muchas veces defender esta característica ha evidenciado la dificultad para diferenciar el interés del Estado, del interés del Gobierno, y el interés de los ciudadanos.

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