Por qué Coyhaique sigue siendo la ciudad más contaminada de Latinoamérica


Por Claudio Díaz Peña
Periodista

Chile tiene 8 de las 10 ciudades de Sudamérica con la peor calidad del aire, según el último estudio de IQAir, en el que Coyhaique sigue liderando el ránking como la ciudad más contaminada de Latinoamérica.

El Informe Mundial de Calidad del Aire, que anualmente elabora la IQAir, compañía suiza de tecnología de calidad del aire y protección contra los contaminantes del aire, situó también a Chile como el segundo país con la peor calidad del aire en Sudamérica y el cuarto en Latinoamérica, detrás de México, El Salvador y Perú.

Además, en el listado, figuran detrás de la capital de Aysén, ciudades chilenas como Angol, Padre de las Casas, Coronel, Temuco, Traiguén, Nacimiento y Santiago.

De alguna manera podríamos asimilar nuestra realidad coyhaiquina a lo que ocurre en Asia, pues a nivel mundial, los 5 países más contaminados en el último año fueron Bangladesh, Chad, Pakistán, Tayikistán y la India; mientras que por capitales fueron Nueva Delhi (India) es la más contaminada por cuarto año consecutivo seguida de Dhaka (Bangladesh), N’Djamena (Chad), Dushanbe (Tayikistán) y Muscat (Omán).

El estudio de IQAir incorpora las guías actualizadas que maneja la Organización Mundial de la Salud (OMS), con data obtenida directamente en el monitoreo de la calidad del aire en una gran cantidad de países, respecto a la contaminación nociva por Partículas Finas (PM), la cual posteriormente es calibrada y validada mediante sus protocolos.

ESTANCADOS Y EN “ALERTA” POR MATERIAL PARTICULADO

Lo concreto es que de 2016, Coyhaique cuenta con un Plan de Descontaminación Atmosférica (PDA) por Material Particulado 10 (MP 10); y desde 2019 lo intensificó al incluir el MP 2.5, el más fino y dañino para la salud de las personas.

   Todo ello ha significado sendos y millonarios recursos –transferidos, principalmente, desde el Gobierno Regional a Seremías como Vivienda y Medioambiente- sin que haya resultados significativos en estos 8 años.

   De hecho, el promedio del aire contaminado que se respira en la capital regional de Aysén alcanzó, en 2023 -según IQAir- a 33.2 µg/m³ (microgramos/metro cúbico), índice muy similar a los alcanzados en 2018 y 2020, y que aunque son menores a los de 2021 y 2022, se explica por el encierro que hubo en los años de pandemia y el mayor consumo de calefacción a nivel domiciliario, e inviernos más fríos. Es decir, en términos objetivos de contaminación estamos en los niveles de hace 5 años. Estancados.

Fuente: IQair

   En Chile, la norma para material particulado 2.5 considera “bueno” en el rango de 0 a 50 µg/m³, pero al comparar los 33.2 µg/m³ de Coyhaique con otras ciudades como Padre Las Casas, o Santiago, que promedian 29,4 y 21,3, respectivamente, es posible comprender que la situación presenta una brecha amplia de la realidad coyhaiquina. Es más, nuestros vecinos de Punta Arenas son considerados la ciudad menos contaminada, con rangos promedios anuales de 3,8 µg/m³ (microgramos/metro cúbico).

    Lo preocupante, sin embargo, es que la medición mensual durante 2023 para Coyhaique, arrojó guarismos elevados, que duplican y casi triplican el promedio. Y eso que la norma de emisiones chilena es bastante menos exigente que la de la OMS.

     El año pasado, por ejemplo, en el mes de abril, cuando comienza a aplicarse el PDA, la medición en Coyhaique alcanzó 40.1 µg/m³, casi lo mismo que en mayo con 42 µg/m³.

      Pero fueron los meses de junio y julio, en pleno invierno del año pasado, cuando la contaminación llegó a la categoría de “Alerta” con 84.1 y 91.3 µg/m³, respectivamente. En definitiva, es muy difícil que los coyhaiquinos puedan respirar aire puro entre abril y octubre, donde los índices de medición, evidencian que las micropartículas -que se componen de restos orgánicos o metálicos que se encapsulan y adhieren al polvo, el moho o el polen- se concentran peligrosamente para dispersarse por la ciudad para llegar a los pulmones y alveólos de los habitantes.  

FUENTE: IQair

   La evidencia científica señala que la  acumulación de estas partículas que se mueven en el aire de Coyhaique, afectan directamente el sistema respiratorio. Por ello es que se asocia este esmog a numerosos efectos negativos sobre la salud, como el aumento de las enfermedades respiratorias y la disminución del funcionamiento pulmonar, hasta llegar a la muerte.

“BUCLE” DEL FRACASO

   Los especialistas en la prensa han señalado -reiteradamente- las razones por las cuáles ha sido infructuoso el éxito en la tarea de descontaminar Coyhaique, donde el Gobierno tiene muy baja autocrítica, replicando cada año un “bucle” del fracaso. Y es que a la luz de las cifras, la Seremi de Medioambiente se ha limitado a justificar la situación apuntando a un resultado de ‘’largo plazo’, teniendo durante los últimos 8 años a cargo las acciones en la zona, sin lograr reducir los dramáticos niveles de contaminación a rangos verdaderamente saludables, un periodo de tiempo en que las personas siguen inhalando -a diario- material particulado una y otra vez, un agente infeccioso que, según la OMS, inevitablemente, cada año, mata a más de 7 millones de personas en el mundo.

      Para el ex Superintendente del Medio Ambiente y académico de la Facultad de Economía y Gobierno de la USS, Cristóbal de la Maza, entre los factores de compleja intervención para evitar la contaminación atmosférica en ciudades como Coyhaique, está el aumento en el uso de la leña durante el invierno, lo cual contribuye significativamente a la mala calidad del aire.

   Por su parte, según Héctor Jorquera, académico de Ingeniería Química en la UC, y Zoë Fleming, académica de la Facultad de Ingeniería en la UDD, coinciden en la necesidad de implementar medidas más efectivas para mejorar la calidad del aire en el país.

   Hasta ahora, los programas para mejorar la aislación térmica de vivienda que buscan impulsar un menor consumo de leña, no parecen tener resultados determinantes si se comparan las cifras de hace 8 años sobre medición de la polución circundante.

    Mientras las cifras promedio de suspensión de MP2.5 se mantuvieron casi estáticas, el recambio de calefactores de leña a gas, kerosene y pellet, que el propio Gobierno define con el objetivo de contribuir a mejorar la calidad del aire, también. Estuvo en receso por 2 años en Coyhaique, Aysén y Cochrane, por temas administrativos.

   De hecho, en los últimos años para quienes ya tenían nuevos calefactores vivieron en el caso de pellet, un alza de precios que pasó de $4 mil hasta $10 mil y con quiebre de stock desde las fábricas ubicadas en la zona centro sur. Un segmento de familias optó por volver a la leña o la parafina, además del uso de cocina a nivel doméstico.

    En este escenario, consumir a la semana, entre 4 a 7 bolsas de pellets, para una calefacción permanente, llegó a bordear un costo mensual de hasta $300 mil.

BAJA VALORACIÓN DE LA POLÍTICA Y “POBREZA ENÉRGETICA”

Las complejidades de por qué Coyhaique, una comuna de poco más de 60 mil habitantes,  mantiene su condición de contaminación extrema por sobre otras ciudades de Latinoamérica, ya fueron analizadas en un estudio dado a conocer en abril de 2023.

    Las investigadoras Alejandra Cortés y Catalina Amigo, académicas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, y de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, realizaron un análisis cualitativo sobre la cultura energética de hogares de vivienda social en Coyhaique, así como el impacto del cambio energético impulsado a través de los programas de Acondicionamiento Térmico de Viviendas (PAT) y de Recambio de Calefactores (PRC).

Entre las conclusiones, el estudio detecta barreras que los hogares de Coyhaique han experimentado en la implementación de estas políticas, y la percepción de menos valía que los usuarios asignan a las acciones que promueve el Gobierno.

Las expertas de la U. de Chile, destacan el fuerte arraigo cultural al calor de la leña, por sobre el pellet, donde la cocina patagona y el fuego representan más que un servicio energético para calefacción, “constituyendo un símbolo de calidez de hogar desde la dimensión afectiva”.

“Estas experiencias demuestran lo complejo que resultan los procesos de cambio en las dinámicas cotidianas del uso de energía en los hogares, especialmente cuando se identifican condiciones previas de pobreza energética”, señalan las investigadoras.

Así, entre algunas de las barreras identificadas están las dificultades asociadas a las prácticas de secado de ropa, que suelen ser al interior de la vivienda junto al sistema de calefacción.

Además, cambiar la leña por otro combustible, se percibe menos eficiente. También se valora la certeza del acceso a la leña para calefacción; mientras que para los nuevos combustibles, como pellet y parafina, la certeza de acceso se ha visto amenazada, en general, por el alza de precios y situaciones de desabastecimiento en época invernal, que ha sido motivado fuertemente por la pandemia de COVID-19.

Otra amenaza, explican las investigadoras, es la percepción de inestabilidad del sistema eléctrico, que opera como una importante barrera para el cambio, ya que los nuevos calefactores son, en su mayoría, eléctricos.

Por otra parte, los hogares de bajos recursos valoran el hecho de poder acceder a leña por medios distintos al dinero, por ejemplo, a través de la recolección o intercambio con amigos y familiares. Asimismo, se identificó que existe una cultura energética asociada a altas temperaturas al interior de las viviendas, lo que desincentiva el interés por cambiar el calefactor. También se percibe en los nuevos calefactores una menor capacidad de calefacción que la leña.

AFECTO POR COCINA TRADICIONAL Y MULTIFUCIONAL

La cocina patagona a leña, es otro factor determinante. Su uso se valora, principalmente, por su multifuncionalidad, el ahorro que permite y los servicios energéticos que provee, como la cocción de alimentos, secado de ropa, agua caliente y calefacción.

Este cambio cultural es más difícil en personas mayores acostumbradas a cocinar con leña que en las generaciones más jóvenes o personas que han llegado a vivir a la región, desde otras partes del país, quienes manifiestan mayor flexibilidad y disposición al cambio.

Efectos en el organismo al respirar contaminación periódicamente, según la OMS

Finalmente, las investigadoras señalaron en 2023, que “es necesario que las políticas públicas de eficiencia energética asociadas a la descontaminación del aire incorporen esta diversidad de experiencias, reconociendo las condiciones de pobreza energética previas que influyen en las posibilidades de cambio”.

“COORDINACIÓN ESTATALINEXISTENTE

    Si la situación cultural ya es problemática, la suma de ineficiencia estatal deja abierta la puerta a un contexto heterogéneo y sin resultados que celebrar.

   Lo graficó Carlos Gatica, alcalde de Coyhaique, al sumar otro problema a los ya mencionados: el de la “falta de trabajo articulado” entre las autoridades del Estado para que la política tenga impacto real y concreto.

  El edil dijo a El Mercurio recientemente que “no ha existido una coordinación, una articulación por parte del Estado, antes había una Mesa de Descontaminación, tenía un secretario ejecutivo en su momento y lo que nosotros hemos pedido como municipio de Coyhaique, durante varias oportunidades -desde el año 2022, 2023 y este año- es que el Gobierno, a través de la Delegación (Presidencial) vuelva a activar esta mesa (…) donde estaban las organizaciones, la sociedad civil, los privados, las seremías, los municipios”.

   Y es que para Gatica, “eso hoy día no existe, y hay que decirlo con total franqueza, no hay una información dentro de la ciudadanía, donde uno le pregunte ¿usted, sabe por qué no hubo recambio de calefactores durante 2 años?, la gente no sabe”, remató el jefe comunal de Coyhaique.

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