
Por Carlos Navarrete P. @CiudadanosAysn1
Presidente de Ciudadanos Región de Aysén
Una de las discusiones que, previo a la pandemia, más nos ocupaba a nivel regional, era la mala distribución de la riqueza en las regiones y la desigualdad en relación a Santiago. Es usual responsabilizar de este asunto a privados locales o a las grandes transnacionales, sin reparar en que es el Estado el principal responsable de esta realidad injusta y poco equitativa, que ha centralizado los recursos de toda índole en la capital de nuestro país.
Al hablar de descentralización, nos referimos al traspaso de poder y de toma de decisión hacia las regiones. Supone transferir el poder del Gobierno central hacia autoridades que no le están jerárquicamente subordinadas. En el caso de Chile, la centralización ha hecho que los gobiernos locales actúen, apenas, como agentes del gobierno central, sin mucha capacidad para tomar definiciones estratégicas en relación a sus territorios.
Las principales ventajas de la descentralización para las regiones, en general, y para la nuestra en particular, serían de orden económico y jurídico. Los gobiernos regionales estarían dotados de patrimonio propio y personalidad jurídica. Esto último produciría un traslado de competencias desde la administración central del Estado hacia personas y entidades administrativas locales, con capacidad de gestión independiente.
La descentralización puede ser funcional, cuando actúa por medio de servicios públicos dotados de patrimonio propio y personalidad jurídica distinta del Estado, o territorial, cuando la administración de los intereses regionales, provinciales y locales está encomendada a entes independientes del poder central; es decir, órganos generados en la base territorial y con competencias generales.

Es nuestro deber como región, visibilizar las ventajas de la descentralización y generar instancias de diálogo con el Gobierno central para promover que, pasada la pandemia, el tema ocupe un lugar prioritario en la agenda parlamentaria. Descentralizarnos nos permitiría tener una gestión autónoma que, tomando en cuenta las riquezas de la Región de Aysén, podría derivar en un desarrollo económico, social, cultural y medioambiental que nos hiciera dejar atrás las problemáticas que hoy nos aquejan.
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