
Por Jorge Calderón N. @jcalderon_cl
Sociólogo
El “enemigo poderoso”, “levantarse más temprano”, “regalar flores”, rezar”, “reuniones sociales” en consultorios, “pérdidas de órganos” por términos logísticos, y tantas otras han sido parte de las desafortunadas frases enunciadas por autoridades respecto de temas de gran sensibilidad para nuestra población.
Para ser objetivos, este tipo de frases no son exclusivas de la actual administración, pues la historia recuerda desde “pregúntele a las vacas” por la falta de leche en los consultorios, hasta el “Ángel Patriótico”, ambas enunciadas el año 2003.
Lo cierto es que la última desafortunada frase expresada por el ministro de Salud, Jaime Mañalich, es enunciada en un contexto de pandemia mundial en que la población requiere de parte de las autoridades liderazgo, proactividad y entrega de información certera y oportuna, para combatir lo que para algunos es la crisis sanitaria más grande que hemos enfrentado a nivel global.
Algunos datos a re-considerar. El Coronavirus tardó 3 meses para alcanzar los 100 mil infectados, 12 días después la cifra se duplicó, llegando a 200 mil el 19 de marzo. 3 días después la Organización Mundial de Salud (OMS) habla de más de 300 mil contagiados, cerca de 13 mil muertos y 172 países afectados.
Pese a ello, a quienes simplemente no creen, no dimensionan o simplemente no comprenden que el COVID-19 o Coronavirus, en palabras del epidemiólogo que trabajo en la erradicación de la Viruela, Larry Brilliant, es la pandemia más peligrosa de nuestra era.
En parte, este nihilismo social respecto de las consecuencias del COVID-19 pudiese ser explicado, dado que la pandemia nos trajo una lógica inversa a la se venía desarrollando en Chile, desde el 18 de octubre 2019, logrando lo que nadie había podido lograr, desalojar las calles de nuestro país.
Pero la verdad es que es más que eso, porque la hoy angustiada Europa estaba ajena a lo que sucedía en Chile y tampoco creyó en la gravedad de lo que estaba sucediendo. Ni Europa ni probablemente nadie internalizó en lo que casi a modo de profecía señaló en el año 2006 el epidemiólogo Brilliant, respecto de las consecuencias mundiales si el mundo fuese afectado por una epidemia planetaria.
Mientras el desarrollo de una vacuna no se logre, solo existen medidas que permitirán lo que se ha denominado “aplanar la curva” de la tasa de infección, lo que trae como consecuencia posponer el número de contagios pero no necesariamente disminuirlos.

“Detección temprana, respuesta temprana” . Esta ha sido la fórmula que ha permitido a Alemania tener, según datos de la BBC, una tasa de mortalidad cercana al 0.3%, a diferencia de España o Italia, este último mantiene una tasa de mortalidad de 8.5%, aplicando en todo el desarrollo de la crisis más de 150 mil test, mientras que Alemania tiene la capacidad de aplicar 160 mil exámenes por semana.
En Chile, según una publicación de Emol, se estarían aplicando 800 test diarios, siendo la cuarentena voluntaria otra de las medidas para contener la expansión del virus, la que enfrenta al menos 3 inconvenientes: 1) Es voluntaria, 2) Siendo voluntaria depende de la flexibilidad de los empleadores, y 3) Hay quienes simplemente no lo consideran como una medida necesaria, lo cual se alimenta por incredibilidad de lo grave de la situación o por la deslegitimación de las decisiones adoptadas por cualquier tipo de autoridad, la denominada desobediencia social.
Lo cierto es que mientras todo esto sigue ocurriendo, siguen exponencialmente aumentado los contagiados y siguen muriendo personas, lo que hace más grave aún que tengamos que escuchar a la máxima autoridad de Salud en Chile, las más que inadecuada frase “¿qué pasa si el virus muta y se pone buena persona?”.
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