Por Marcio Villouta A. @marcio_villouta
Ingeniero Forestal – Diplomado en Desarrollo Económico Local
En este 2019 se cumplieron 10 años desde que se comenzó a conmemorar el Día de las Regiones, ya ha pasado una década y vemos cómo han existido muchos compromisos de descentralización que se han quedado en el camino.
Es que los avances y compromisos no han estado siempre acompañados de la efectividad, celeridad y real compromiso de descentralización.
En los programas de candidatos a la más alta envestidura del país, desde ya hace mucho tiempo podemos analizar que todos incluyen el concepto de otorgar “poder a las regiones”, fortalecer los gobiernos locales y un número no menor de compromisos, señalando que se distribuirá de mejor forma este poder centralista, que nos asfixia y no permite que cada región y -mejor dicho- territorio se desarrolle, reconociendo sus particularidades, potencialidades y talentos de cada uno de sus habitantes.
Cuando miramos a nuestro alrededor, como país podemos ver un Chile en que el centralismo refuerza las desigualdades sociales, que teniendo presente el tamaño de su población y economía, nuestro país es el más centralizado de América Latina, situación que a pesar del equilibrio de su macroeconomía contribuye a sus altos niveles de desigualdad. Además, con una ciudad como Santiago que ha superado el límite de su crecimiento eficiente, por lo que sufre un deterioro severo de la calidad de vida de sus habitantes, con problemas en el sistema de transporte público y una demanda permanente y en ascenso de trastornos en la salud mental de sus habitantes.
De estos grandes temas, no cabe duda, que por ejemplo han existido demandas de recursos para el TranSantiago y como quiere llamarle el presente gobierno “Red Metropolitana de Movilidad” (RED), pero más allá del nombre es como se dice popularmente “un saco roto”.
Desde las regiones nos parecen no solo excesivos recursos, sino también le restan fuerza y oportunidad a la creación de nuevas oportunidades de desarrollo en los restantes territorios del país, hasta ahora subutilizados e incluso algunos no descubiertos, o bien, abandonados.
También, ya va más de una década del trabajo que se impulsa desde distintos frentes y que apunta a fortalecer el proceso de descentralización. Hoy, de ello podemos ver que en cada región se pueda contar con la presencia de la Fundación Chile Descentralizado, iniciativa de la cual hace un lustro aproximadamente junto a un grupo de patagones comenzábamos a instalar con el capítulo regional Coyhaique, de la Comisión por la Regionalización y Descentralización que fue el génesis de la actual fundación. Es desde ese espacio que podemos ver cómo se enfrentan los magnos desafíos y también cómo se hace cada vez más necesario que se integren los esfuerzos públicos y privados, pudiendo revertir el camino de descrédito en las instituciones.
Ésa debe ser la senda de trabajo a seguir, siempre entendiendo que la tarea sea desde las regiones y para las regiones, manteniendo las demandas legítimas de la ciudadanía como un pilar fundamental de rechazo del centralismo, como también de las presiones de grupos nacionales y extranjeros que impiden que exista un real desprendimiento de poder desde la capital.
¿Será que en nuestro país luego de 200 años en donde el centralismo ha sido una política permanente lograremos alcanzar la tan anhelada descentralización? ¿Y sobre todo hacerlo desde las regiones? Esperemos que nuestro proceso nacional de descentralización se vea como algo no solo importante sino también necesario, tal como lo señalara en el año 1981 el Presidente de Francia, Francois Mitterand: “Francia necesitó de la centralización para construirse como nación, ahora necesita de la descentralización para no destruirse como nación”.
Add a Comment