[OPINIÓN]     De la insustentabilidad a la sustentabilidad

 


 

 

Por Andrés Gillmore A. @veranadas
Poblador de la Cuenca del Baker

Esta semana que está terminando, el gobierno de Sebastián Piñera se negó a firmar el Pacto de Escazú y eso que en su primer gobierno fue el líder para que este pacto se concretara que, entre otras cosas, hace vinculantes las consultas ciudadanas ante proyectos de alto impacto ambiental y que en este caso para Aysén es un pacto de gran trascendencia y de inmejorable proyección cuando se busca la sustentabilidad. Con el actuar del gobierno y de los que lo han antecedido, viene a demostrarse -una vez más- que “del dicho al hecho hay mucho trecho y sobre todo en materia ambiental”, ya que el tema para un gobierno de corte empresarial como el actual no es ninguna prioridad y que en verdad lo que buscan es el crecimiento, que es cuando los empresarios ganan mucho dinero y que el desarrollo, que es cuando las ganancias obtenidas por los grandes empresarios son traspasados a la sociedad en forma de una mejor calidad de vida y defensa del medio ambiente, no está en el panorama del gobierno.

También fue aprobado que mina Invierno -que explota carbón en Isla Riesco, en Magallanes– puedan realizar tronaduras para retirar más eficientemente el mineral de las entrañas de la tierra; que en sí mismo es un gran contrasentido al discurso que entregó Sebastián Piñera en Naciones Unidas, donde expresó que su gobierno está por la defensa del medioambiente y de la sustentabilidad del modelo de desarrollo. Pero sabemos científicamente que el carbón extraído por el grupo Copec es de pésima calidad y está siendo retirado de las entrañas de la tierra para alimentar Ventanas, enmarcado en los sucesos que están ocurriendo en Quinteros y Puchuncaví, que nos hacen ver que dado el contexto actual es cada vez más difícil como país pasar de la insustentabilidad a la sustentabilidad y eso de por si es muy preocupante.

 

Desarrollo Sustentable es un concepto que ha sido adoptado por gran parte de los países desarrollados, que a su vez necesitan que los países subdesarrollados continúen siéndolo, porque sus economías fundamentan su sustentabilidad en la insustentabilidad de los subdesarrollados»

 

El desarrollo sustentable es un concepto que con el tiempo ha ido cobrando fuerza y, tanto es así, que también en nuestro querido Aysén se empiezan a notar vientos de cambio en este sentido en materia energética. Lo que antes fue considerado como una quimera, en lo que a energías renovables se refiere, en la actualidad se aprecia como una perspectiva real y no del otro mundo. Es común hoy escuchar posiciones que van en busca de la sustentabilidad regional en materia energética, en un Aysén que lo tiene todo para marcar una diferencia sustancial y la posibilidad cierta de transformarse en un líder a nivel nacional como ejemplo de sustentabilidad, dadas sus ventajas comparativas, su denominación de origen y su sello verde.

Sin embargo, dadas las características y las múltiples aplicaciones del concepto que se le da a lo que reconocemos como “sustentabilidad”, muchas veces es aplicado de maneras diversas y no siempre en lo que corresponde, al aplicarse formas y fondos que no están en el contexto propio de las características propias de los territorios donde se han aplicado, haciendo que muchas veces lo que entendemos por sustentabilidad termine desconcertando. Hasta hace poco, para lograr la sustentabilidad energética de Aysén y para descontaminar Coyhaique se fundamentó en la certificación de leña. En la actualidad sabemos que eso no es sustentabilidad y que seguir deforestando los pocos bosques que quedan en la región no es el camino hacia ello y la única forma de lograrlo es por medio del gas natural como medida de transición, para desembocar posteriormente en los pergaminos de la energía eléctrica vía las Energías Renovables No Contaminantes (ERNC) en base a centrales de paso, energía eólica, solar y geotermia.

Estudiando el tema me ha quedado claro que la sustentabilidad de cualquier proceso debe estar relacionado directamente con las capacidades de carga de los modelos de desarrollo aplicados. He llegado a la conclusión que -Desarrollo Sustentable- es un concepto que ha sido adoptado por gran parte de los países desarrollados, que a su vez necesitan que los países subdesarrollados continúen siéndolo, porque sus economías fundamentan su sustentabilidad en la insustentabilidad de los subdesarrollados, y eso es una dura batalla que países subdesarrollados como Chile deben empezar a contrarrestar si quieren sustentabilidad.

El cambio climático debe estar relacionado en forma y fondo con el modelo de desarrollo de Aysén, para que la iniquidad social, la pobreza, la pérdida de la biodiversidad y la continua falta de recursos no sea un factor que determine la estabilidad y la insustentabilidad inherente a la región, ante el centralismo del modelo. Países subdesarrollados como el nuestro, que en muchos aspectos viene a ser como la clase media de los subdesarrollados a nivel mundial, deben entender que si quieren proyección de futuro, es urgente hacer el esfuerzo de crear las condiciones para provocar un cambio de paradigma en todos los niveles de los formatos de desarrollo para lograr sustentabilidad. No obstante, algunos estudiosos han reconocido que con el pasar de los años, la sustentabilidad por sus vagas características y sus muchas salidas de contexto ante los intereses creados que manipulan la información para acercarla a sus intenciones, han permitido que coexistan variadas definiciones y muchas interpretaciones, permitiendo el manoseo del concepto y no siempre con los resultados que se esperan en materia de sustentabilidad y proyección de futuro.

Como un ejemplo claro y específico de la manipulación de la información para decir que se es sustentable cuando no se es, está el tema de hacer creer que la leña es un recurso renovable y por consiguiente se esté considerando decretarlo por ley como combustible y todo lo que eso implica para un Aysén deforestado y en la mira de las forestales para ser invadido por esos intereses. La verdad es que básicamente puede ser considerado como cierto, salvo que el parámetro que se está utilizando para hacer esa aseveración son las especies foráneas como el Pino Insigne-radiata y el Eucalipto de rápido crecimiento (20 años), pero extremadamente destructivo para los territorios, aunque muy comerciales y de ahí el interés. El eucalipto es llamado en Australia (de donde es originario) como el “árbol del fuego”, porque consume las reservas acuíferas subterráneas (20 litros por árbol al día) y llama al fuego ante la sequía que proyectan sus plantaciones. En Aysén, donde los bosques que suministran leña son básicamente de Coigüe, Lenga y Ñirre, no se puede considerar entonces a la silvicultura como un recurso renovable o sustentable dada las características y las capacidades de carga propias de la región, en eso radica sustancialmente en cómo se puede manipular la información en lo que a sustentabilidad se refiere y hacer pasar lo insustentable como sustentable.

En la sociedad actual las inquietudes ecológicas y las preocupaciones sociales están siendo cada día más relevante y implicantes en nuestra realidad, ante una sociedad que está viviendo procesos continuados de inestabilidad económica, financiera, ambiental y cultural como nunca antes. La proyección para desarrollar sustentabilidad en el modelo de desarrollo ha tomado un creciente impulso para mantener la vigencia de los objetivos que se discursan, haciendo que las prácticas negativas en que hemos caído por tantos años en materia de desarrollo y manejo ambiental, por diferentes y variadas contradicciones, permitan que los progresos en una gran cantidad de temas sean en la actualidad insuficientes y contradictorios y, por increíble que pueda parecer, observándose retrocesos en temas que pensábamos superados, para que podamos pasar de la insustentabilidad a la sustentabilidad.

La sustentabilidad tiene como objetivo orientar a la sociedad hacia un futuro con proyección fundamentado en las decisiones del presente, que permita construir una solidaridad transgeneracional, con un compromiso real ante las generaciones futuras y esa perspectiva es la que hace falta en Aysén. En 1987, la Comisión Brundtland de Naciones Unidas, en su informe anual titulado “Nuestro futuro común” definió desarrollo sustentable como “el desarrollo que permite cubrir las necesidades presentes sin comprometer las generaciones futuras para cubrir sus necesidades”. Definición que establece por lo demás crear vínculos importantes entre la dimensión social, económica, cultural y ambiental. Sin embargo, el modelo neo-capitalista confunde crecimiento con desarrollo, por decirlo de una manera diplomática.

En la inherente variedad de conceptos que proyecta la sustentabilidad, siempre nos confronta con la degradación de los ciclos de la naturaleza y que por lógica hace que las crisis económicas sean cada día más variadas, ante la innovación tecnológica y los cambios institucionales, que obligan al modelo a la re-construcción constante y la creación de nuevos paradigmas del conocimiento, para entender a cabalidad los comportamientos sociales y las racionalidades productivas ante las diferentes alternativas, para tener la capacidad de proyectarse en el tiempo y crear sustentabilidad.

Para avanzar hacia un desarrollo sustentable con proyección de futuro, se hace más que necesario eliminar la rigidez y los obstáculos acumulados, por tanto tiempo, en un modelo neo-capitalista y que no es más que un resabio del pasado en el mundo del futuro, que domina a los países subdesarrollados como Chile ante la presión de los países desarrollados, que a tan mal traer tiene a las regiones en la actualidad. Identificar y proteger la base de los conocimientos en el conjunto de experiencias acumuladas en relación con los formatos productivos, de servicios en proyección directa con los estructurales, son fundamentales para sostener las bases sociales y naturales de los ecosistemas en la adaptación natural ante el cambio estructural que necesita el modelo de desarrollo chileno, para desarrollar la renovación permanente, para identificar y acrecentar la capacidad de proyectar sustentabilidad con el paso del tiempo, vital para una región con las características naturales del Aysén de todos y no el de unos pocos, para proyectar sustentabilidad, la innovación, la experimentación y la creatividad social como base de la proyección de la ecológica-social que necesita Aysén, finalmente, para desarrollar una proyección positiva en su relación con el medioambiente y por consiguiente con las comunidades rurales de la región.

La sustentabilidad, a fin de cuentas, no es otra cosa que un paradigma que permite desarrollar el pensamiento para orientarlo hacia el futuro y que las consideraciones ambientales, sociales, culturales, históricas y económicas tengan balance y armonía en la búsqueda innata del ansiado desarrollo y obtener una mejor calidad de vida para todos y no solo para algunos.

Para pasar de la insustentabilidad a la sustentabilidad como objetivo regional, es necesario que el modelo socio-ecológico sea total y se proyecte a largo plazo para alcanzar los objetivos que la sustentabilidad requiere. La base de la sustentabilidad obligan a tener en cuenta la existencia de las vinculaciones entre sociedad, desarrollo y naturaleza, procesos que hasta hace poco no estaban relacionados con los modelos de desarrollo y que reconocemos en la actualidad como la socio-ecología, que no es más que un sub-sistema social en interacción directa con el componente ecológico, para construir, proyectar y desarrollar una sociedad más justa, sustentable, pacífica y, por sobre todas las cosas, representativa y democrática.

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