Si somos un país pequeño y los trabajadores no pueden aspirar a un mínimo salario de país desarrollado, ¿por qué los ministros si pueden ganar $6 millones ó $7 millones mensuales, superando lo que gana un secretario de Estado en España o incluso Argentina? ¿O por qué las grandes empresas junto con pagar bajos impuestos, viven la danza de millones, que permiten incluso a un gerente general del retail, tener cuentas en esas caribeñas y soleadas Islas Vírgenes Británicas, que además de ser un paraíso vacacional, son un paraíso fiscal?
Por Claudio Díaz Peña (*)
cdiaz@elpatagondomingo.cl / @claudio_diazp
Ayer gran parte del mundo conmemoró el Día Internacional del Trabajador, que como se sabe, es en homenaje a los Mártires de Chicago, aquellos sindicalistas ejecutados en Estados Unidos en su lucha por la jornada laboral de 8 horas, y que se inició con la huelga del 1 de mayo de 1886.
Por eso, luego de 127 años, no se entiende un 1 de mayo sin lo más sustancial de su esencia: las reivindicaciones laborales.
En Europa, decenas de miles de trabajadores protestaron en medio de una de las peores crisis económicas de las últimas décadas. Huelgas, movilizaciones masivas y protestas callejeras se vieron, por ejemplo, en España, con un desempleo cercano al 30%. La recesión, que también es tema en la alicaída Grecia, dio pie a los trabajadores estatales para paralizar servicios de transporte y afectar el funcionamiento de los hospitales públicos. En Francia, con desempleo del 11%, los sindicatos también se manifestaron en las calles de París contra las decisiones de gobierno. Y, en Turquía, una decena de policías resultaron heridos tras enfrentamientos con manifestantes en Estambul, movilizaciones que también se vieron en Rusia, donde un millón y medio de trabajadores marcharon por Moscú.
El mensaje fue claro en todo el primer mundo: “Basta de políticas que perjudican a la gente y empobrecen a la población”.
En ese contexto cobra significado lo ocurrido ayer, también en Coyhaique, donde cerca de 400 trabajadoras y trabajadores se reunieron en torno a sindicatos y organizaciones laborales, para decirle al gobierno y al mundo político, cuál es el camino que demanda el mundo del trabajo.
Reforma Tributaria, Reforma Previsional y Nuevo Código del Trabajo sonaron fuerte desde la CUT y con ello el acento patagón que apunta a materializar el sueldo regionalizado, que ya por 2 décadas se discute sin resultados concretos. También el anuncio de Paro Nacional para el 11 de julio próximo es parte de esa sensación mundial de los trabajadores sobre la necesidad, una vez más, de demostrar que la desigualdad laboral y la protección al sistema económico no la puede seguir pagando los trabajadores.
¿Hay voluntad en el gobierno? Veamos, la respuesta a la demanda de la CUT de aumentar el sueldo mínimo en Chile a $250 mil fue, para la Ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, que: “El drama es que Chile es un país pequeño y que desgraciadamente debe competir”.
Entonces, ministra, si somos un país pequeño y los trabajadores no pueden aspirar a un mínimo salario de país desarrollado, ¿por qué los ministros si pueden ganar $6 millones o $7 millones mensuales, superando lo que gana un secretario de Estado en España o incluso Argentina? ¿O por qué las grandes empresas junto con pagar bajos impuestos, viven la danza de millones, que permiten incluso a un gerente general del retail, tener cuentas en esas caribeñas y soleadas Islas Vírgenes Británicas, que además de ser un paraíso vacacional, son un paraíso fiscal?
Insisto, ministra, ¿eso permite nuestro país pequeño?. Claro, «pequeño» para los trabajadores, «pequeño» para tener voluntad de un desarrollo social y económico de verdad a todos y todas, porque parece que cuando se trata de ministros, o empresarios, Chile sí es un país abierto y «grande», muy grande en los números…
Y es que no es que Chile sea un país «pequeño», más bien quienes están al frente de Chile son los que tienen una mirada «pequeña», una visión «pequeña», una mente «pequeña y egoísta», que les impide pensar en grande, pensar en la gente común y corriente, para que de una vez por todas se deje de proteger exclusivamente los intereses propios o corporativos, y comencemos a proteger el interés de los trabajadores, el interés de esa “inmensa mayoría” …de este «gran país».
(*) Es Periodista y Editor de Contenidos de EPD Comunicaciones Ltda.
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