COLUMNA EPD: «Una herencia más de la dictadura»

El tema de la recuperación del poder de parte de los consumidores es uno de lo grandes signos de estos tiempos y por eso llama la atención que en Chile, tengamos que estar lidiando -todavía hoy- con prácticas que en países desarrollados, e incluso en naciones vecinas, ya tienen zanjadas y reguladas hace rato. Es más, día a día en Chile vamos descubriendo cómo empresas se saltan “vacíos” de la ley o elaboran formas intrincadas para aumentar exponencialmente sus retornos y ganancias, a costa de nosotros.

 

Por Claudio Díaz Peña (*)
cdiaz@elpatagondomingo.cl / @claudio_diazp

 

 

Las últimas noticias sobre el abuso de varias cajas de compensación que operan en el país, plantea cómo ciertas prácticas permanecen en la industria de los créditos para, literalmente, «estrujar» al cliente con tasas de interés draconianas, que sólo se descubren cuando los consumidores reclaman insistentemente y la autoridad da cuenta que hay una buena cantidad de votantes… digo, de personas afectadas.

Es una suerte de cultura viciosa al interior de parte de la industria que comercializa créditos y financiamiento a mediano y largo plazo, simplemente, tratando de que persistir en la usura indebida.

Según el sondeo del Sernac, las quejas sobre las Cajas de Compensación hablan de cobros indebidos, por comisiones o intereses excesivos, o  por cobros por servicios no contratados.

De hecho, el Sernac denunció a la justicia a las Cajas de Compensación Los Andes, Gabriela Mistral y La Araucana, acusándolas incluso de inducir a error o engaño a sus afiliados en la publicidad de cuentas de ahorro.

El tema de la recuperación del poder de parte de los consumidores es uno de lo grandes signos de estos tiempos y por eso llama la atención que en Chile, tengamos que estar lidiando -todavía hoy- con prácticas que en países desarrollados, e incluso en naciones vecinas, ya tienen zanjadas y reguladas hace rato. Es más, día a día en Chile vamos descubriendo cómo empresas se saltan “vacíos” de la ley o elaboran formas intrincadas para aumentar exponencialmente sus retornos y ganancias, a costa de nosotros.

Alguien diría que cuesta entender cómo funciona realmente el modelo que tenemos en Chile.

Y es que para entenderlo, y armar el rompe cabezas de por qué en Chile hoy recién hay que estar dictando normativas que apuntan a empoderar al consumidor y le garanticen sus derechos, hay que remitirse a que en nuestro país la revolución liberal en lo económico,  fue realizada en dictadura, por lo que las bases del sistema que vivimos actualmente fueron asentadas en un momento en que la ley dejó varios flancos para beneficiar de manera amplia a las industrias y gremios. Queda en evidencia, entonces, que el diseño no era precisamente enfocado en resguardar los derechos de los consumidores.

Distinto hubiera sido si el modelo económico actual se hubiese instalado en democracia. En buenas cuentas, esto planteó una dimensión distinta y desigual de cómo se concibió el modelito.

Por lo que ahora, no queda más que intentar mejorar el aparataje, modificarlo, parcharlo, pues el atraso en que estamos en este tema respecto del resto del mundo es patente…

Es cierto, se ha avanzado en esta materia en los últimos años, con miras a poner las cosas en orden. Y en buena hora. Porque por suerte, un creciente sector de la ciudadanía ha ido tomando conciencia de batallar por sus derechos, con más información, con más decisión.

El déficit es que son las empresas las que aún falta que tomen conciencia que no es necesario el «corre que te pillo» para que actúen, no sólo legalmente, sino también éticamente. Sólo así las empresas podrán aspirar a recuperar parte del respeto y la confianza que han perdido en las últimas décadas, de parte de quienes le otorgan precisamente el sentido y la viabilidad a su existencia: Los consumidores.

 

(*) Es Periodista y Editor de Contenidos de EPD Comunicaciones Ltda.

 

 

 

 

 

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