Columna EPD de Viviana Betancourt Gallegos

¡Cambios Institucionales Ahora!

Por Viviana Betancourt Gallegos
Abogada

El Gobierno y el Parlamento pueden elegir entre dirigir los cambios que se demandan o hacerse a un lado, pero no pueden evitarlos ni -en algo así como “cambiar todo para que todo siga igual”- apañarlos según sus intereses. Sin embargo, esa sordera absurda y pertinaz a un clamor ciudadano que amenaza desborde, puede conducirnos a escenarios gravísimos.

La  profunda antipatía y violencia que provoca en la inmensa mayoría de la ciudadanía la agresión y represión del Estado y del Gobierno a los jóvenes estudiantes, a pretexto legalista de mantener el Orden Público, decantará en solidaridad e “indignación” en esa misma sociedad civil.

La primera nos movilizará con renovada convicción, donde los cacerolazos pueden llegar a ser la muestra más evidente de su vasta masificación. No vamos a tolerar que se castigue a nuestros hijos, esos que a pesar del agotamiento de 2 meses de movilización, aún tienen que soportar que uno cualquiera atropelle y arrastre impunemente a una niña de 17 años, por alzar los brazos en protesta, recordándonos a cierto cobarde tenientillo homicida y sádico. No los vamos a dejar solos frente a un gobierno y a algunos líderes que no entienden nada, no acertando a comprender que la institucionalidad conocida ya no da el ancho que el país reclama. La segunda, en tanto, puede terminar de deslegitimar y denostar todo aquello que huele a “orden establecido”, sin necesariamente darnos tiempo suficiente para reemplazar adecuadamente lo existente. Menos si  los que están al frente aún no comienzan a trabajar en ello.

No resulta comprensible que luego de meses de protestas, (que se iniciaron ese 9 de mayo que Aysén no olvidará), el Gobierno aún no plantee paquetes de reformas en diversos ámbitos, especialmente en el político, educacional y tributario.

En el primer ámbito, ya es un lugar común hablar de Asamblea Constituyente y nueva Constitución, de mayor participación ciudadana, de supresión del binominal, de respeto a la soberanía popular expresada en elecciones válidas, de plebiscitos y consultas vinculantes, de reformas al sistema de partidos políticos, etc.

En educación, se habla transversalmente del rediseño del sistema educacional incluido su financiamiento, del fin del lucro efectivo en la educación superior, etc. En materia tributaria, de la impostergable necesidad de definiciones y valores nuevos, en donde la redistribución del ingreso aspire a ser una herramienta eficaz en pro de la Equidad.

Sin embargo, por una parte, quienes están llamados a representar a la ciudadanía están siendo percibidos por ésta, más como parte del problema que de la solución, lo que socava su rol y legitimidad de ejercicio, rodeándolos de una peligrosa sospecha de obsolescencia. En ese fragor, desde la Concertación  incluso han habido “desconcertantes” invitaciones a los estudiantes para que se vayan a sus casas… o a sus clases…  y aquí no ha pasado nada. Por otra, el Gobierno no logra ponerse al frente (no sé si lo intenta realmente) y liderar esas reformas. No consigue tampoco detener la desafección popular ni recuperar una sana gobernabilidad.

En el intertanto, la legitimidad, el liderazgo y la autoridad para conducir las reformas que se demandan siguen escapándoseles como agua entre los dedos.

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