¿Reivindicación o aspiración?
Por Jorge Díaz Guzmán
jdiazguzman@elpatagondomingo.cl
Escucha el programa Después D – Viernes 15 de abril 2011
La acción política para generar adhesión electoral, a mi juicio, está en crisis en nuestro país, al parecer por la falta de lectura social de nuestros líderes de los diversos partidos políticos y coaliciones que se disputan el poder. Sin duda que la sociedad chilena ha cambiado en los últimos 35 años. La dictadura y los gobiernos de la Concertación cambiaron la forma en que los y chilenos y chilenas enfrentan, su futuro. Hasta 1973, los grupos sociales, las organizaciones sindicales, gremiales y los partidos políticos se relacionaban principalmente en torno a reivindicaciones y defensa de paradigmas ideológicos. Hoy, el conjunto de la sociedad chilena pareciera moverse más por objetivos aspiracionales que por principios ideológicos y el fin último, es el bienestar económico y considera que a partir de un mayor ingreso individual y familiar puede “comprar” estados de felicidad.
Indicadores como el tránsito de la educación pública a la particular subvencionada, el paso de Fonasa a la Isapre, la constatación, que el ahorro individual asegura la previsión en la vejez, que la educación superior en las universidades «se compra», que los servicios básicos está en manos de las grandes transnacionales como un negocio más, al igual que el tránsito por las carreteras y autopistas, que los grandes espectáculos culturales son patrocinadas por las multitiendas cuyo fin es el lucro, es decir, los chilenos están acostumbrados a que en nuestra sociedad se debe «comprar» el bienestar y la felicidad. Lo contrario, es discurso, que no tiene vínculo con la realidad.
Cuando se plantea “recuperar“o mantener el gobierno por parte de los bloques de los partidos políticos, la pregunta que se hace el ciudadano es ¿para qué?, si «da lo mismo, yo debo seguir trabajando para comprar mi derecho a la existencia».
Hoy la aspiración social es la felicidad, entendiendo como tal, el bienestar propio y el de su entorno más inmediato, y el bienestar, que quiere la mayoría de la población chilena, es poder satisfacer sus necesidades que considera mínimas, y claramente ya no son “pan, techo y abrigo”.
Entonces, lo que se hecha de menos son los contenidos éticos del mensaje político actual, necesariamente -en el estado de nuestro desarrollo-, la seducción que debiera contener el mensaje político debiera estar asociado a la distribución de la riqueza, que como país generamos. Debemos poner, como centro de discusión, el cómo participamos del crecimiento económico y como a través de él, disfrutamos y nos acercamos a los estados de felicidad a que cada uno aspira.
La diferencia entonces entre una plataforma y otra, debiera tener más bien un fundamento ético que político, ya que al ciudadano lo que le importa, es el cómo uno y otro sector, lo acerca en menor tiempo a la satisfacción de sus aspiraciones sociales.
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