Esa es la enseñanza que deja esta historia. Sobreponiéndose a situaciones difíciles que se dieron en su entorno escolar y a una discapacidad en una de sus manos, Gabriel Rojas se ha transformado en un esgrimista con futuro. Todo un caso de superación personal.
Por Luis Avendaño M. / Desde Puerto Aysén
Dicen que el deporte ayuda al desarrollo personal y social del individuo que lo práctica. Y quien más que Gabriel Rojas Michea puede dar fe de dicha sentencia. Es que este niño, de cortos 8 años de edad, es otro desde que comenzó a practicar esgrima. “Me siento más seguro y más contento, ya no sufro tanto como antes, cuando me molestaban”, asegura.
Una historia que partió el 13 de febrero de 2002. “Fue un embarazo normal. Cuando nació me di cuenta que venía sin sus dedos. No me compliqué mucho, lo importante era que viniera sanito y vivo. Al pasar el tiempo me di cuenta que su manito quedó igual, no crecía”, relata su madre Teresa Michea.
Sin embargo, a poco andar la situación se fue tornando una complicación para el pequeño Gabriel. No porque su discapacidad le impidiera hacer una vida normal, sino por la inocente crueldad que tienen los niños. “Desde que fue creciendo, al salir a la calle, los niños le decían que él no tenía dedos, que tenía los dedos quemados, sin manos y un montón de tonteras. A él le afectaba y nosotros como padres también sufríamos”, agrega su madre.
Las agresiones subieron de tono cuando ya asistía a la escuela de Puerto Chacabuco Gabriel empezó a tener moretones en diferentes partes de su cuerpo y ni su familia ni el médico tratante sabían la razón de ese padecimiento. Eso, hasta que un día, mientras lo bañaban, contó la verdad. Todo se debía a golpes que recibía por parte de sus compañeros. “Hablamos en el colegio y se corto un poco, pero después siguió. Cuando fueron más grandes los moretones, mi esposo, como todo padre, se alteró y fue al colegio. Se llamaron a las partes, se habló y ahí se paró el tema. Mi esposo tuvo que enviar correos a Fonadis (Fondo Nacional de la Discapacidad), a la alcaldesa y al mismo colegio, diciendo que si no se solucionaba esto se iba a hacer público”, recuerda Teresa.
Todo cambió
Poco tiempo había pasado de aquella situación cuando a Gabriel se le presentó una posibilidad que cambiaría su vida. Aún deprimido por lo que le había sucedido, les contó a sus padres que unas personas habían pasado por su escuela ofreciendo un taller y que se le gustaría inscribirse. Se trataba de la práctica de la esgrima, un deporte desconocido para su madre. “Le dije que no, porque le tenía miedo a el arma que usaban. Yo no conocía la esgrima. Me complicó el tema. Pero no podía ser egoísta”, cuenta.
Gabriel comenzó a participar del taller de esgrima de su localidad. Con el maestro internacional, Andrés Damico y el profesor de educación física, Matías Avarias, aprendió las armas de florete, espada y sable. “Me siento muy bien, porque si voy ganando más podré sacar una beca para irme al extranjero y estudiar educación física, para luego ser maestro de esgrima”, asegura Gabriel, mostrando una gran madurez para sus 8 años.
Corta edad que no ha sido impedimento para que viaje a distintos campeonatos nacionales. Obtuvo la primera ubicación en su categoría en un torneo realizado en la comuna de La Florida, el segundo puesto en florete en el Campeonato Bicentenario y el tercer lugar en la misma especialidad, pero con niños de una categoría superior.
Un conjunto de logros que lo tienen en el 2º lugar del Ranking Nacional Escolar en florete y en la 3ª ubicación en espada. Una situación que no imaginaba cuando vivía una difícil situación escolar. Por eso, Gabriel dice que “lo mejor de la esgrima es sacar medallas”.
Sin duda, un ejemplo de superación de la discapacidad a través del deporte. Ámbito en el que se suele hablar de diferentes niveles de integración de las personas a través de la actividad física.
La forma más avanzada de integración es cuando personas con discapacidad realizan deportes junto a personas sin esa condición. Justamente lo que sucede con Gabriel, que gracias a la esgrima ha superado los difíciles momentos que debió vivir.
Con apoyo de casi todos
Sorprenden las palabras de Gabriel, cuando dice, “agradezco a los que me quieren y a los que no me quieren”. Según su madre esto tiene relación con que alguna vez el niño le mencionó que algunos no creían en su capacidad, “pero me dijo que los obstáculos estaban para superarlos y que jamás se daría por vencido”, recuerda Teresa Michea.
Convicción del pequeño que es reconocida por la presidenta de la Junta de Vecinos Arturo Prat, Ramona Argel, “estamos orgullosos de que este niño esté en Puerto Chacabuco. Se le ve esforzarse para salir adelante. Es un logro que cualquier persona no lo hace”. Por esa razón, el viernes pasado lo homenajearon durante la actividad de cierre de los talleres que se realizaron en la localidad. Además, coincidiendo con el inicio de la Teletón.
Es que Ramona Argel también ha sido parte de los logros del pequeño. Su junta de vecinos y el Centro Cultural Nueva Imagen le han entregado todo el apoyo, según cuenta la madre de Gabriel. Mismo reconocimiento que hace con respecto a la alcaldesa de Aysén y el director de la Escuela Almirante Simpson.
Sin embargo, cree que la esgrima debe tener más ayuda. Insiste en que un deporte que ha obtenido tantos logros para la región no puede estar pagando un costoso arriendo para poder entrenar en Coyhaique. Además, pide auspicios para que el pequeño Gabriel pueda seguir adelante con la esgrima, teniendo todo el equipamiento necesario para su práctica.
Junto a esto, también esperan que el taller de esgrima se realicé nuevamente en la localidad. Una experiencia que ha traspasado fronteras. “Desde Costa Rica y de la Federación de Esgrima de Ecuador me han contactado a través de Facebook para felicitar al niño”, cuenta la orgullosa madre.
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