Jugar en equipo y en contacto con el medioambiente es parte de la filosofía que promueve esta actividad que ya suma adeptos en la Patagonia Aysén. EPD fue invitado a la desafiante misión de convertirse en un player que ataca y defiende, en medio de fuego cruzado, “bajas” y estrategia militar.
Por Claudio Díaz P.
Fotos: EPD
Estamos en un predio, junto a un río. Debemos trepar sobre una pequeña colina, internarnos en un espeso bosque de pinos y avanzar sigilosamente con nuestro armamento. El objetivo es cruzar un camino que divide el campo de batalla y tomar posesión del terreno donde se encuentran “elementos camuflados” que opondrán resistencia tenaz y defenderán sus posiciones.
Así de tenso y expectante se torna el Airsoft, una vez que se camina agazapado, aprovisionado de la réplica de una M-16 y tratando de escuchar ruidos delatadores, en una aparente y silenciosa tranquilidad a campo traviesa.
Topógrafos, guardias, albañiles, abogados, técnicos, empleados públicos y un periodista conformamos el grupo de 15 players esta vez. Cascabel, Kosako Delta, Barracuda II, Pillán, Gurka, Mortífero y Depredador, son algunos de los nombres que cada uno asume en el campo de batalla.
“El objetivo es unir en una actividad cuasi deportiva a gente de distintos rubros y empleos, además permite compartir, privilegia el liderazgo y la camaradería, y mucho espíritu de superación”, comenta Guido Cáceres Cerda, presidente del Club de Airsoft Coyhaique.
La dinámica de este juego es muy similar al combate real y demanda un esfuerzo físico importante. Claramente, estar alerta y actuar coordinadamente en equipo es la primera consigna. Está nublado y comienza a garuar.
Preparen, apunten…
Antes de empezar, todos los jugadores se alistan. Cargan sus armas con unos 250 tiros, chequean su equipamiento de comunicaciones y lo más importante, nos dicen, ponernos las antiparras para protegernos de cualquier disparo directo o por rebote. Se conforman 2 grupos.
“Exigimos el uso obligado de antiparras, porque el Airsoft trata de asemejarse al combate real, y por ello se utilizan tenidas de ejército, y también nos preocupamos de contar con botas y rodilleras”, detalla Guido Cáceres.
Añade que pese a que no se trata de una disciplina profesional ni competitiva, “se respeta mucho la integridad de los jugadores, se evita disparar a menos de 5 metros, no tanto por el daño, sino más bien para evitar un dolor en demasía, y siempre tratando de evitar apuntar a las manos y la cara”.
De hecho, el Airsoft es relativamente nuevo en el país, llegó hace sólo 5 años a Chile. En Aysén está hace 2 años, y en octubre el Club Airsoft Coyhaique cumplió un año organizado formalmente. En todo este tiempo nunca ha habido un accidente, pues como juego de caballeros, las reglas se respetan y se cumple con la diversión y el riesgo controlado.
“En todas las partidas hay un mediador o árbitro, quien al ver una situación de indisciplina detiene el juego y pide al player abandonar el juego”, aclara Cáceres.
Full Metal Jacket
Somos 6 en la patrulla. Debemos avanzar y atacar. Diseñamos una estrategia para sorprender la patrulla que se interno en un terreno aledaño. Nuestro plan: enviar la mitad del equipo en una acometida frontal y directa que distraiga a los “francotiradores” que repelerán nuestra incursión, mientras los 3 restantes rodeamos uno de los flancos para rematar lateralmente con disparo en ráfaga.
Nos arrastramos casi en fila por una ladera húmeda, mientras se escuchan los primeros rebotes de los “perdigones” de pvc que salen de las réplicas. Veo un movimiento entre 2 árboles a unos 10 metros. Es un player del equipo contrario que avanza a pie en dirección a apoyar su team apostado en la defensa del ataque frontal. Aún no ha detectado nuestra avanzada lateral, por lo que levanto el M16 que arrastro, apunto y comienzo a disparar.
Hay M-16 en 18 variedades, pistolas para espacios reducidos, veo una Colt 45, y armas como la G-36 que actualmente ocupa el ejército francés, o la MP-5, réplica que usa en Chile la PDI. Guido Cáceres dice que “las réplicas son la simulación de un arma verdadera, con las mismas dimensiones y en algunos casos ‘full metal’, pero que disparan pequeñas bolas de pvc de 6 mm. de diámetro, a partir de un sistema eléctrico que inyecta aire. Son réplicas que no pueden se modificadas para que disparen elementos que dañen la salud”.
El presidente del Club Airsoft de Coyhaique reconoce que “la principal barrera es la adquisición de cada réplica que tiene un costo de $150 mil a $200 mil”, monto con el que se puede disponer de un equipo básico, y que debe obligatoriamente incluir antiparras. Aunque entre los jugadores es común que se presten equipamiento y accesorios en cada encuentro.
Pura adrenalina
Después de unos segundos de disparo continuo, comienzo a recibir respuesta intensa desde algún punto que no logró precisar. A ras de suelo las pequeñas bolitas sintéticas rebotan y me obligan a recular. No sin antes volver a disparar en ráfaga sin mucha puntería.
Pocos minutos dura mi debut en este hobbie, pues recibo una descarga contundente en la espalda y en las piernas. Tal vez con la adrenalina al tope no siento dolor, y es que no es la premisa del Airsoft, pues es ese “aire suave” el que le define y la forma en que la munición es disparada, que más que infringir dolor al “enemigo”, conlleva la idea de detectarlo, apuntarle, sorprenderlo y dejarlo fuera de acción. Todo en pocos segundos.
Me doy de “baja” poniéndome de pie, levantando las manos y gritando mi condición. Así develo mi derrota ante todos los players y el mediador. Claro que no veo a nadie, todos siguen en sus improvisadas trincheras, y se da el espacio preciso para salir del juego, tregua fugaz que desaparece rápidamente para retomar el disparo frenético de las réplicas.
La campeada dura cerca de 20 minutos, donde uno a uno van saliendo los jugadores que han sido alcanzados por las inocuas municiones. Mi patrulla pierde. Sin embargo, tendríamos una revancha en un segundo juego, en el que si logramos que uno de nuestro equipo liderará hasta el final, superando al “enemigo”.
Una pausa. Y la tropa completa se reúne para revisar equipamiento, comentar las estrategias usadas y los detalles de cada “baja”.
Hacemos las fotos de rigor, y luego de ello, sólo el entusiasmo detendrá el continuo ir y venir de los disparos, ascensos, camuflaje, con diversas propuestas de juegos y uso del terreno, antes de pasar al “tercer tiempo”, pues en cada jornada de Airsoft en Coyhaique, termina con el protocolo obligado: la camaradería y el compartir entre un gran grupo de amigos.
Para participar
El club está abierto a toda la gente que quiera disfrutar de un momento agradable, dicen rápidamente. Básico es respetar ciertas normas de caballerosidad y la regla general para practicar el Airsoft es ser mayor de 18 años, además de demostrar responsabilidad al usar las réplicas de armas.
Recientemente se realizó el Tercer Campeonato Nacional de Airsoft en Chile, con equipos de Arica a Punta Arenas, en Angol, donde Coyhaique estuvo representando a la región.
Hoy la actividad está federada en el país y el Club de Coyhaique espera captar el interés de la empresa privada y el apoyo de la municipalidad para contar con espacios donde desarrollar el arte del “aire suave”.
En la última ExpoPatagonia, un stand de Airsoft provocó gran interés en la comunidad y especialmente en el segmento femenino, de hecho, ya ha habido juegos en que han participado mujeres.
En Facebook, es posible contactarse buscando Airsoft Coyhaique.
De Japón a Coyhaique
El Airsoft nació en la década de los ’80 en Japón. Luego se extendió rápidamente por EEUU como un hobby-deporte basado en simulación militar, y hoy es practicado en decenas de países. Claro que dependiendo del acceso y desarrollo en el tiempo hay países o regiones en Chile que sobresalen por su mayor equipamiento, que incluyen visores nocturnos, linternas adaptadas, punteros láser, bolas trazadoras y completa indumentaria militar, todo lo cual le otorga mayor realismo.
Las pequeñas bolas empleadas como munición alcanzan una velocidad de salida promedio de hasta 90 metros por segundo, pues cada una pesa entre 0,2 y 0,8 gramos.
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