Robinson Mora abre su taller y su plástica

“Intento la pictoricidad, intuida en mi caso, como la convivencia armónica entre la autonomía del cuadro, algún eco de la época y la vivencia de los espacios que habito”.

Por Priscilla  Villavicencio C.
Fotos: Agencia Imágenes de la Patagonia

El pintor, oriundo de Linares, Robinson Mora Montecino, llegó el año ‘71 a la Patagonia chilena. Con su pincel y su particular e inconfundible estilo ha pintado Aysén, dejando huellas en algunos edificios emblemáticos de nuestro sur y en el  mismísimo Museo de Bellas Artes.

Si bien muchos lo recuerdan como el profesor de arte del liceo Josefina Aguirre Montenegro, el pintor geométrico abstracto ha  forjado una carrera en lo visual que lo ha llevado a representar al país en diversas exposiciones internacionales y le ha valido más de un galardón a su prosa pictórica.

Desorden de colores

El taller de Robinson Mora es un hermoso desorden ordenado, la luz de la ventana descubre una repisa atochada de música, donde predominan los casetes ante los cd’s. Al fondo una Venus de Milo posa con un bolso, unos lentes al cuello y un sombrero de cotillón rojo, el olor de los óleos hace el viaje agradable. Casi mimetizado con el entorno, el pintor aparece de entre un montón de libros a relatar su historia.

“La pintura en serio llegó a mi a los 20 años,  me dio una cosa, no sobre natural, pero sí un montón de imágenes y me puse inmediatamente a pintar, en un estilo no muy convencional para la época, y aún para algunas realidades, por ejemplo aquí en Coyhaique pueden decir este pinta cosas que no, ¡no! (..) Ahí empecé inmediatamente en Santiago a participar de exposiciones importantes” recuerda Mora, relatando que ese día está fresco en su memoria a causa de un par de hechos muy especiales. “Lo recuerdo, porque esa noche pasaron 2 cosas importantes, partió la guerra de los 6 días y, además, en Santiago, nevó como 20 centímetros en la plaza Italia, y bueno no se relacionan con mi pintura, pero ese día desperté lleno de imágenes y ahí adapté mi vida de alguna forma para hacer esto”.

Cuenta el pintor que luego de concluir sus estudios decidió viajar a la Patagonia en un llamado que venía desde hace mucho tiempo.

“Llevo 39 años en la Patagonia. He hecho la mayor parte de mi obra aquí. Yo tenía visto ocupar el país. Siempre me han interesado los territorios, soy muy de país y siempre tuve noción de esta región, de niño siempre me interesaron los mapas, aproveché muy bien Santiago, pero sabía que tenía que hacer algo lejos, y lo tenía previsto. Por el año en que apareció el ‘Bajando pa’ Puerto Aysén’, escuchaba radio y me llamaba la atención, el ice-end,  me quedó esa palabra rarísima y me vine por mi propia elección”, detalla Robinson, quien llegó a la Patagonia a enseñar y a crear.

“Postulé a concurso y ahí entré al liceo Josefina Aguirre, donde estuve 30 años haciendo clases y pintando, 50 y 50”, rememora.

Lenguaje sin causa

En estas casi 4 décadas, el artista ha creado una serie de obras, que han sido catalogadas como “pintura intelectualizada y de surrealismo geométrico”, sus cuadros llevan títulos vinculados al lenguaje técnico comunicacional, jugando con la analogía a la capacidad de la receptividad y comunicación entre el hombre y su interior y entre el artista y el espectador

“Nunca he sido un geométrico ortodoxo, tengo rupturas, pero lo que intento hacer se relaciona con imágenes no representativas de algo, son elementos plásticos antes que nada, que producen una realidad distinta que se llama cuadro nada más, no tiene una causa, una causa exterior a la pintura”, asegura.

Al referirse a la finalidad y el objetivo de la pintura, Mora da un paseo por la historia del arte desde su inicio testimonial hasta lo que el concibe como propia finalidad: “en mi caso pretendo una realidad indefinible en palabras que hay que llevarlas a lo visual, pueden ser espacios plásticos, colores y formas, y esa forma de alguna manera va a toparse con las percepciones de otro humano, en su lado pictórico. Yo no soy músico, pero tengo mi lado musical también, pienso y creo que hay gente que se va a casar con esto y no va a saber por qué”.

Las imágenes que evocan a cielos y montañas, cargadas de colores fríos y figuras geométricas contrastantes dan un sello único e irrepetible a Robinson Mora, quien al día de hoy sigue viviendo en la Patagonia y pinta a tiempo completo.

«Este artista no cae en la tentación fácil de pintar Coyhaique, de describir su naturaleza física o de representar un determinado lugar geográfico, lo que hace es transfigurar la vivencia espacial de los lugares en los que habita en visión sideral de un cosmos ilimitado: forma y colores en sintonía estructural con su filiación estética original», destaca Milan Ivelic, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

Lo dejamos en su estudio, listo para crear, en soledad y un casi silencio absoluto que sólo interrumpe una emisora noticiosa a la que, a veces, llama anónimamente para intervenir.

Loading

Tags: No tags

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *