El alma de la madera al rescate de los ancestros
De seguro nos hemos encontrado muchas veces con las creaciones del tallador y ahora escultor, Adrián Bosco, que ha pintado la región de Tehuelches, grecas y guanacas en su eterna lucha por revivir con su arte el patrimonio cultural humano de la Patagonia.
Por Priscilla Villavicencio C.
Fotos: Agencia Imágenes de la Patagonia
Muy temprano llega el escultor a la cita y juntos recorremos la Biblioteca Regional, donde el artista se mete en la máquina del tiempo para recorrer la historia indígena de Aysén, un gran cuadro de madera salta de la pared con una imponente guanaca y unos escalones más arriba nos encontramos con un nativo Tehuelche erguido y dispuesto a atacarnos con sus boleadoras.
Orgulloso, Adrián Bosco, muestra sus obras y relata la historia de cómo la madera llegó a sus manos, despertando en él a un creador.
“El arte de tallar primero lo aprendí solo, como a los 10 ó12 años en la escuela, luego tuve harta inquietud de ver cosas de Miguel Ángel, de Rodin y algo de arte griego (…) más adelante en los años ‘80 conocí a don Manuel Niño”, recuerda. Con el maestro aprende la técnica que lo llevará a realizar trabajos mucho más elaborados, luego de 5 años como estudiante, se mantiene otros 3 como amigo, y luego toma sus propias alas.
Tallar por tallar no tiene gracia
“Todo esto tienen un cuento filosófico”, asegura Bosco, “el tallar por tallar no tiene gracia tiene que tener un cuento, un mundo, tiene que tener una historia (…) yo he visto muchos chicos que de repente tallan como una cosa muy manual, demasiado mecánica, más allá de la mecánica hay que ver el concepto que hay en el reflejar una hoja, una mano, el ser humano, el reflejar lo que esta aquí ha sido muy difícil”, explica el escultor, mientras toca el hombro del Tehuelche de madera.
El paso de tallar a esculpir fue muy complejo para el artista, luego de años de desarrollar una técnica, no fue hasta que participó de la agrupación Aike, visiones de la Patagonia, y recibió la visita del pintor nacional Jaime León, que dio el gran salto.
“Yo lo llevé a conocer mi trabajo y le pedí una critica formal, él me dijo ‘tú ya no estas para hacer trabajos en 2 dimensiones, estás para empezar a hacer trabajos en 3 dimensiones, déjate de hacer trabajos en cuadros y dedícate a la escultura’, esto fue complejo, yo dije me voy a tirar el otro año a un Fondart, voy a arriesgarme a hacer una escultura”, dice con alegría Adrián, asegurando que el imponente nativo que posa en el descanso de la Biblioteca Regional, es la primera de muchas esculturas que vendrán.
Rescatando el pasado
El artista que solo trabaja con maderas nativas como Lenga, Coihue y Mañío, tiene una clara tendencia a preferir motivos regionales y específicamente autóctonos, “me atrae esta cultura, porque, primero, respeto al ser humano en sí, nosotros como seres humanos no hemos respetado nuestra forma primaria, hemos evolucionado y al hacerlo parece que queremos perder el tiempo, hacer un corte y que lo de atrás no existió”, firma Bosco, reiterando que las culturas milenarias están en nuestro ADN y de ahí parte su inquietud.
“Lo otro es el complemento de lo que ellos originaron aquí en la región, a parte de hacer las grecas, la guanaca, es complementar algo, es traerlo acá a este tiempo y decir ellos fueron así, y aquí están reflejados, es el rescate de nuestro patrimonio cultural, cultural humano, más que de un país”, enfatiza el escultor, para retirarse a trabajar en su taller. De paso nos cuenta que esta postulando a otro Fondart para esculpir la esposa e hijo del solitario Tehuelche que está en la casa de los libros, en la esperanza de que la familia nativa llame la atención de los patagones para sensibilizarlos con una cultura rica y olvidada.
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