COLUMNA EPD: «La Reforma Educacional de la Presidenta Bachelet»

Flecha epd Bajada OPINIÓN | «No es Gramsci el que nos inspira, es simplemente el sentido común, que parece que por estos días no es el más común de los sentidos en nuestro país».

Por Patricio Bórquez A.
Seremi de Educación Aysén 

 

 

Patricio Bórquez NotaA propósito del artículo publicado por Andrés Barrientos, director de Ciudadano Austral, referido a las reformas que impulsa la Presidenta Michelle Bachelet y en el entendido que sus palabras alcanzan también a los primeros proyectos de ley en materia educacional me permito aclarar algunas cuestiones.
Cuando hace referencia a:“reformas improvisadas donde sólo interesa su aprobación de la forma más rápida posible”, es necesario señalar que para el caso de los proyectos de inclusión escolar aprobados en el Congreso, ellos recogen la evidencia internacional especialmente de los países que nos llevan la delantera en materia de calidad de la educación: el mercado no puede estar en el sistema escolar porque no ha contribuido a mejorar la calidad del sistema educativo.

 

La comparación entre establecimientos con fines de lucro y colegios públicos, no muestra diferencias importantes que favorezcan a los primeros. Los estudios en Chile (Elacqua 2009-2011; Zubizarreta, Paredes y Rosembaum 2014) muestran que los establecimientos particulares subvencionados con fines de lucro tienen peores resultados que los establecimientos sin fines de lucro.

 

Por su parte la evidencia internacional (Contreras et al 2011; Levin 2002) muestra peores resultados en establecimientos con fines de lucro respecto de los públicos. Lejos de improvisaciones como se plantea en el artículo estos primeros proyectos buscan sacar el mercado de la sala de clases pues la evidencia muestra que este ha contribuido a generar uno de los sistemas escolares más segregados del mundo. Contreras, Hojman, Huneeus y Landerretche (2011) plantean como causas tanto la selección realizadas por los establecimientos como la existencia del copago.

 

Se afirma en el artículo que se “menosprecia las preferencias de las personas, las familias de clase media y aquellas de escasos recursos económicos». Se omite, sin embargo, los diálogos ciudadanos realizados a lo largo de todo el país para escuchar a todas las familias, nada se dice de los diálogos temáticos realizados con especialistas en educación, así como el trabajo realizado en el congreso para escuchar las diferentes posturas amén de la propia discusión realizada en el propio poder legislativo. Más que un menosprecio, en estos primeros proyectos de ley existe un profundo compromiso con las familias de Chile a las cuales se les restituye el derecho de poder elegir el establecimiento educacional para sus hijos, cuestión que hoy día arbitrariamente depende de las propias escuelas. Los primeros proyectos además implicarán un ahorro para estas mismas familias cercano a los 600 millones de dólares cuando entre en vigencia el fin del copago. A diferencia de lo que se plantea la reforma protege a las familias, pues asegura trato igualitario a todos los niños en el proceso de admisión.

 

Si hay algo en lo que efectivamente concordamos con lo planteado por el correligionario Barrientos es que en Chile, desde la década de los ’80 y especialmente en educación: “la consigna ha superado la racionalidad y se ha enceguecido ideológicamente la mirada país”. Prueba de ello es la afiebrada defensa del modelo educacional que se genera en determinados sectores asumiendo que cualquier cambio es un retroceso que nos pone casi a un paso del abismo marxista. En un lenguaje propio de la dictadura militar que demuestra que los sátrapas como Pinochet pasan pero su legado se mantiene en el alma de no pocos chilenos.

 

No se asuste estimado compañero Barrientos pues la guerra fría terminó hace mucho rato. No buscamos “la edificación del nuevo socialismo” como usted apocalípticamente lo plantea, aun cuando efectivamente buscamos terminar con un modelo educacional heredado de la dictadura, inconsulto y que en nuestra modesta opinión, y en opinión de los expertos, no dio el ancho. No es Gramsci el que nos inspira, es simplemente el sentido común, que parece que por estos días no es el más común de los sentidos en nuestro país.

 

José Luis Santos Guerra, destacado educador español plantea una interrogante vital para nuestra escuela y para el país que queremos: ¿Es posible hacer que nuestras salas de clases sean un trasunto del tipo de sociedad que queremos construir? Efectivamente estimado camarada Barrientos es posible de hacerlo, pero no con el modelo educativo actual en donde solo algunos tiene posibilidad y son aquellos con menor capital sociocultural los que se van quedando al margen de recibir educación de calidad. Hoy los marginados y segregados son niños y niñas  pero en 20 o 30 años serán adultos marginados quienes nos van a pasar la cuenta. De eso trata la reforma educacional, de pensar el país que queremos construir, el de hoy es profundamente segregado y nuestro sistema educativo contribuye a seguir manteniendo dicha segregación. Eso es lo que  busca cambiar la presidenta Michelle Bachelet con estos primeros proyectos de ley, no se trata de Marx, de Gramsci ni de los fantasmas de Canterville, se trata más bien compañero Barrientos de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.Se trata de romper esta “circunstancia” con el fin de poder dejarle un país distinto a nuestros hijos(as). Un Chile que entienda que la educación no puede seguir siendo un negocio y que calidad sin inclusión definitivamente no es calidad.

 

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